16.8.07


"'Y ahora qué'. La única forma de zafarse de esa pergunta no es repetirla, sino que no exista y no hacérsela ni permitir que nadie se la haga a uno. Pero eso es impossible, y tal vez por eso, para contestársela, hay que inventarse problemas e sufrir aprensiones y tener sospechas y pensar en el futuro abstracto, pensar com tan enfermo cerebro o tan enfermizamente com el cerebro, ‘so brainsickly of things’ como lo dijeron que no hiciera a Macbeth, ver lo que no hay para que haya algo, temer a la enfermedad o a la muerte, al abandono o a la traición, y crearse amenazas, aunque sea por pessoa interpuesta, aunque sea analógicamente o simbólicamente, y quiza sea esto lo que nos leva a leer novelas y crónicas y a ver películas, la búsqueda de la analogia, del símbolo, la búsqueda del reconocimento, no del conocimiento. Contar deforma, contar los hechos deforma los hechos e los tergiversa y casi los niega, todo lo que se cuenta pasa a ser irreal y aproximativo aunque sea verídico, la verdad no depende de que las cosas fueran ou sucedíeran, sino de que permanezcan ocultas y se desconozcan y no se cuenten, en cuanto se relatan o se manifiestan o muestran, aunque sea en lo que más real parece, en la televisión o el periódico, en lo que se llama la realidad o la vida o la vida real incluso, pasan a formar parte de la analogia y el símbolo, y ya no son hechos, sino que se convierten en reconocimiento. La verdad nunca resplandece, como dice la fórmula, porque la única verdade es la que no se conoce ni se transmite, la que no se traduce a palavras ni a imágenes, la encubierta y no averiguada, y quizá por eso se cuenta tanto o se cuenta todo, para que nunca haya ocurrido nada, una vez que se cuenta."

Javier Marias, Corazón tan Blanco [obra prima], pág. 271


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